¿SE NOTA?

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Al bajar Moisés del monte Sinaí traía consigo las dos losas del testimonio y no se dio cuenta que su rostro irradiaba luminosidad porque había hablado con el Señor (Éxodo 34:29)

Los encuentros con el Señor cambiaban a Moisés, y este cambio era notable a los ojos de los demás. La enseñanza de este pasaje no puede ser más simple y potente; necesitamos tomar la iniciativa de acercarnos a Dios para encontrarnos con Él, y este encuentro necesariamente nos ha de transformar, y esa transformación ha de ser evidente a los ojos de los que nos rodean.

No, no estoy hablando de experiencias importantes que suceden una vez y que a todos nos gustaría que nos transformaran para siempre. Es lo que muchos buscan para sustituir con un impacto puntual el proceso de día tras día ir dejando que el Señor nos modele, su carácter se forme en nosotros y eso, necesariamente, tenga un impacto en aquellos que nos rodean, sea evidente para ellos aunque no necesariamente puedan discernir cuál es la causa de esa lenta pero gradual transformación que nuestras vidas van experimentando.

¿Hay encuentro con el Señor en tu vida, produce transformación, es evidente para los que te rodean?