En 2001, cuando la esposa del vietnamita Tong Phuoc Phuc estaba embarazada, esta tuvo muchas complicaciones y un parto difícil. En una ocasión cuando él visitaba a su esposa que se recuperaba en el hospital, Phuc se dio cuenta de que muchas mujeres embarazadas entraban a la sala de partos, pero salían sin ningún niño en sus brazos. Cuando vio a los médicos que jugaban con los fetos en la basura, comprendió lo que estaba ocurriendo.
Tocado, pidió los pequeños cuerpos y haciendo uso de su poca economía como un trabajador albañil, reunió dinero para comprar un pequeño terreno donde enterrar a los bebés. Su esposa pensó que se había vuelto loco, pero él continuó haciendo lo que él pensaba que era correcto. En el lugar están enterrados más de 11.000 fetos abortados. Su fama se extendió y las mujeres embarazadas que pensaban abortar comenzaron a pedirle ayuda.
Phuc, es parte de la minoría cristiana en Vietnam, donde más del 85% de la población se identifica con el budismo. Como creen en la reencarnación, muchas madres no se sienten culpables. Preocupado porque las mujeres venían a él, decidió utilizar su propia casa para que allí se quedasen. También se ofreció para llevar los bebés no deseados. Finalmente, adoptó más de un centenar de niños que serían abortados.
Con el tiempo, logró convencer a 27 de ellas a volver por sus hijos. Otras 35 comenzaron a vivir en una casa que construyó para ellas. Él considera a todos los infantes como sus hijos, a los niños llamó Vihn (honra), y a las niñas Tam (corazón); y aunque sigue gastando de sus ingresos en apoyo a los pequeños, también ha recibido donaciones y ha sido elogiado por el presidente de Vietnam, pero no recibe fondos del gobierno.Sin embargo Dios está con él.
Fuente: noticiacristiana