Así comienza lo que habitualmente conocemos como el Sermón del Monte. Es común entre los estudiosos de la Biblia afirmar que los contenidos que aparecen en los capítulos 5 al 7 de Mateo no fueron enseñados como el sermón tradicional que se predica en cualquiera de nuestras iglesias; antes al contrario, se trata de una recopilación de enseñanzas que Jesús debió de hacer a lo largo de su ministerio. El hecho de que Mateo sea un escritor muy didáctico que acostumbra a agrupar las enseñanzas por ejes temáticos refuerza aún más esta idea. El sermón sería pues la quintaesencia del mensaje de Jesús.
El sermón comienza con dos acciones; una iniciada por los discípulos, la otra completada por Jesús. Los primeros se acercan al Maestro en busca de enseñanza de su parte; Él responde compartiéndoles el mensaje de parte de Dios. Aquí, en mi humilde opinión, hay un principio universal aplicable a todos los seguidores de Jesús: nosotros debemos tomar la iniciativa, ser intencionales, ser proactivos en acercarnos al Maestro; si lo hacemos, Él nos enseñará, nos ministrará de acuerdo a nuestras necesidades, dará luz sobre nuestra realidad, nos guiará en los procesos de toma de decisiones y un largo etcétera de resultados que veremos si nosotros damos el paso de acercarnos a Él.
La comida está servida en la mesa; nosotros hemos de acercarnos y tomarla. Nada, absolutamente nada en la vida cristiana sucede de forma espontánea o súbita. La madurez no se adquiere por la acumulación de años pasados desde nuestra conversión. Antes bien, es el resultado de nuestra búsqueda continuada y activa del Señor y nuestro trabajo y esfuerzo en la gracia para parecernos más y más a Él, para que su carácter sea desarrollado en nuestras vidas. Acercaos a Dios, afirma Santiago en su carta, y Él se acercará a vosotros.
Mírate desde la distancia ¿Cuán arraigado está en tu vida el hábito de acercarte a Jesús en busca de enseñanza? ¿Qué debes hacer? ¿Cuándo lo vas a hacer?
Félix Ortíz.