EL ESTILO DE VIDA DEL SEGUIDOR DE JESÚS

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Acoged a los que tienen una fe poco formada y no os enzarcéis en cuestiones opinables… Actué cada uno conforme al dictamen de su conciencia… ¿Cómo te atreves entonces a erigirte en juez de tu hermano? ¿Quién eres tú para despreciarlo? Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios, pues dice la Escritura: «Por mi vida, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y todos reconocerán la grandeza de Dios. En una palabra, cada uno de nosotros habrá de rendir cuentas a Dios de sí mismo. (Romanos 14:1-12)
 
 
Ya Jesús afirmó que no deberíamos juzgar para de este modo no correr el riesgo del ser juzgados. También indicó que lo seríamos con la misma vara de medir que usamos para los demás. Pablo profundiza en esta enseñanza del Maestro y nos invita a evitar el juzgar a los demás, especialmente en aquellas cuestiones que son totalmente opinables; a continuación, indica dos ejemplos, la comida y la observancia o no de determinados días. El criterio que nos da el apóstol es claro y sencillo: tú déjate guiar por tu propia conciencia, responde ante ella y ante el Señor y no te preocupes por lo que hace o deja de hacer tu hermano. Dios es el que se encargará de juzgar tanto a él como a ti.
Entiendo que Pablo es de un pragmatismo apabullante y que tiene toda la razón del mundo; yo debo preocuparme de mi propia vida, asegurarme que ésta está alineada con Dios, su voluntad y sus propósitos y relajarme con respecto a los demás, eso queda en las manos del Padre, ante quien unos y otros deberemos de rendir cuentas de nuestra manera de vivir, pensar y actuar.
¿Cómo cambiarían las cosas si te centraras más en arreglar tu vida en vez de arreglar la vida de los demás?