¿Hasta que punto tú mismo participas de esa espiral?

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cosLa tierra ha dado su cosecha; Dios, nuestro Dios, nos bendice. Que Dios nos bendiga. Que lo venere la tierra entera. (Salmo 67:7-8)

Este salmo habla acerca de la providencia de Dios. Ésta es el cuidado que el Señor tiene de la creación y de sus criaturas; porque a pesar de nuestra rebelión contra Él, su autoridad y su señorío, Dios continúa preocupado por toda su creación y todas sus criaturas sin excepción. Los frutos de la tierra -abundantes para alimentar sobradamente a toda la población del planeta- y los dones que da indiscriminadamente a los seres humanos; dones artísticos, técnicos, científicos, creativos de todo tipo, tienen como finalidad contribuir a ese bienestar que el Señor desea para toda su creación y criaturas que, aunque caídas, siguen siendo objeto de su amor.

Otra cosa diferente es qué hacemos los seres humanos con la providencia del Señor, qué destino le damos, cómo usamos los recursos y dones que Él pródigamente ha distribuido para nuestro bienestar. La observación de la realidad nos lleva a darnos cuenta que incluso de esa bondad del Señor somos capaces de hacer negocio y usarla en beneficio propio y detrimento de otros. Las organizaciones mundiales preocupadas por la alimentación y el hambre nos enseñan que tenemos suficientes recursos para alimentar a toda la población mundial; cada vez producimos más y mejor. ¿El problema? Como en tantas otras ocasiones es el pecado, nuestro egoísmo que nos lleva a preocuparnos por nosotros y desatender al prójimo. No nos equivoquemos con el diagnóstico, no se trata del desinterés de Dios por sus criaturas, sino del nuestro propio por nuestros congéneres.

Piensa con honestidad ¿Hasta que punto tú mismo participas de esa espiral?

Félix Ortiz.